El sábado toca cambio de hora. Esta vez hay que atrasar los relojes, así que el domingo tendrá 25 horas (una hora más, 60 minutos extras, 3.600 segundos de propina...). Y esta hora se puede invertir en lo que a cada uno se le ocurra: las más elegidas son dormir o prolongar la juerga del sabado noche porque total, voy a tener una hora más para dormir... vamos que al final la hora termina en el cine de las sábanas blancas ;-) Hace años, el cambio de hora era a finales de septiembre y coincidía con las fiestas de mi pueblo, con lo cual las negociaciones sobre la hora de llegada eran como un diálogo de besugos: "a casa a las 3", "guay porque son las 3 nuevas", "no las viejas", "pero las viejas ya no existirán"... y así hasta que el padre de turno se aburría :-P
Y después de esta parada para la batallita del abuelo cebolleta, no está de más hacer un breve repaso a las consecuencias del retraso de los relojes:
Los ojos medio cerrados antes de la hora de acostarse... y abiertos como platos esperando que suene el despertador
Levantarse otra vez de día (aunque la ilusión no dura mucho)
Ver cómo a las 6 de la tarde ya es noche cerrada
Las tripas rugiendo como un león cuando habría que empezar a preparar la comida .... Es decir, es como un viaje a sudamérica pero con un jet-lag de sólo una hora :-) Así que sólo me queda desearos que el dichoso efecto pase lo antes posible.
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
Ya es este fin de semana??? Pues vaya rollo, nunca entedere este cambio de hora, supongo que para los paises nordicos esta guay pero para nosotros...
3 comentarios:
Ya es este fin de semana??? Pues vaya rollo, nunca entedere este cambio de hora, supongo que para los paises nordicos esta guay pero para nosotros...
En realidad a mi me da lo mismo el cambio de hora, lo unico que queria comentar es que me suena muchisimo ese reloj :D
Buena observadora :-)
A mi los cambios de una hora tampoco me afectan, chincha que no eres la unica inmune al reloj :-P
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