Ay, ¡qué poco duran las vacaciones!

Este verano ha tocado ir a los Castillos del Loira, muchos castillos simpáticos, muy bonitos, magníficos y sobre todo con mucho encanto.
Todo comenzó en un tren con muchos personajes ocultos en la cabina, una llegada adormilada a Blois y paseo por una ciudad que guarda muchos rincones simpáticos: una casa mágica donde dormitan los dragones de Houdini, un espectáculo de luz y sonido bajo una intensa lluvia (Monsieur), duelo de espadachines ante la atenta mirada de una arpista. Al día siguiente viaje en autobus con una conductora médico amabilísima, Chambord y su paseo en ciclobus, Cheverny y aunque no encontramos a Tintín, si nos asombro el tamaño de los famosos perros.
Encuentros casuales en diferentes ciudades y.... ¡Tiene un Audi A6! En Amboise nos esperaban un hotel con encanto, un castillo encantado y el Clos Luce con su encantador parque de inventos de Leonardo da Vinci, amigo íntimo de Francisco I.
Más encuentros casuales y Chenonceau lleno hasta la bandera.
El califa nos llevó al castillo de hermoso reflejo y luego a los jardines entre el Sol y las nubes. ¡Qué colores! ¡Qué flores!
De vuelta a Tours: paseo nocturno por unas calles "treyoli", cartas del Mario y telarañas en los semáforos, en las señales, en los rincones...
Chinon con la gran Juana de Arco, que derrota a los ingleses, y el castillo donde el rey le dijo: Eres tan hermosa como apetitosa.
Uf, ¡qué calor! En Meung sur Loire había una calima magnifique por eso no había nadie en las calles, salvo las cuatro turistas. Molinos, un castillo y el primer capítulo de Dartagnan.
Orleans, desgraciadamente en obras: catedral y la boda de clase alta y ¡nosotras con las bolsas del Mercadona!, Hotel Grosslot -un ayuntamiento con clase-, y calles, calles medievales.